Neiva
Llegaron al Huila con un día de diferencia a presidir sus propias reuniones con simpatizantes y seguidores, están en plena campaña a la Presidencia de la República y el tiempo apremia. Gustavo Petro, de la Colombia Humana arribó el jueves y Jorge Enrique Robledo, de la Coalición de la Esperanza, ayer viernes.
Si bien son vistos como los representantes de la izquierda colombiana, ambos son como agua y aceite, no se soportan y cada uno tiene sus propias razones. Tanto es así, que nada hace pensar que al menos en esta contienda electoral algo los llegue a unir.
Y es que las diferencias saltan a la vista, desde sus ideas sobre el cambio climático hasta las más simples, como la escolta de cada uno y el equipo con el que viajan.
Mientras Petro llegó respaldado por un grueso grupo de escoltas, al estilo de las películas estadounidenses, más varios de los miembros de su equipo, Robledo estuvo acompañado por unos cuantos uniformados que lo aguardaron afuera de sus reuniones, casi que de manera desprevenida, y un fotógrafo.
Eso sí, ambos dominan el discurso, están seguros de lo que están hablando, su claridad sobre cómo marcha el país y lo que creen que lo sacará de sus problemas es sorprendente y lo saben. Tal vez por eso no creen que ninguno de los dos necesite del otro, para nada.
El jueves, Petro estuvo temprano en Pitalito, en tarima, frente a un público que dominó a la perfección y luego en la tarde, en Neiva se reunió con un grupo de empresarios, entre jóvenes y veteranos que lo aclamaron como su presidente. Ante ellos prefirió hablar de historia de Colombia, de traiciones entre próceres y esclavitud, luego atendió a la prensa local, en un tono pausado y hasta relajado.
Pero ya minutos más tarde, el congresista de la Colombia Humana se desplazó al parque Santander donde su voz se alzó en contra del gobierno de Iván Duque y hasta para el senador huilense Ernesto Macías, hubo.
Robledo por su lado, llegó a Neiva en horas de la mañana, ayer. Tras reunirse con un grupo de periodistas en un céntrico hotel de la ciudad, recibió a algunos líderes políticos de la región con aspiraciones al Congreso y luego a empresarios.
Dijo que tuvo que levantarse muy temprano en la madrugada para cumplir con su apretada agenda en la capital huilense, pues en la tarde, casi noche lo esperaban en Ibagué, su tierra natal.
Las diferencias
Realmente ninguno de los dos adelantó mucho en qué consistirá su programa de gobierno, pero sí hablaron de algunas generalidades que tienen que ver con la situación actual del país. Se trata de temas que a diario repiten en plaza pública como la pobreza, la economía y por supuesto de sus desacuerdos con el gobierno.
Sin embargo, Gustavo Petro, como ha tenido que hacerlo y seguramente tendrá que repetirlo durante el resto de la campaña, insistió en que no es cierto que expropiará a los empresarios porque según él, el gobierno de Duque ya lo hizo, quebrando a unos 600.000.
Al contrario, asegura que lo que hará, si gana la presidencia de Colombia, es convertir en empresarios a millones de colombianos a través de políticas públicas como dejar de ser extractivistas y construir una economía agrícola, industrial y turística, es decir, no seguir explotando carbón ni petróleo, entre otras cosas, por lo que ello implica para el cambio climático.
“Pasamos a democratizar, que es lo contrario de estatizar, las condiciones para poder producir, que implica democratizar las tierras fértiles, el saber y el crédito”, sostiene Petro.
Pero las diferencias entre Petro y Robledo no nacieron por la posición del primero frente a la explotación petrolera en la que tanto ha insistido, sino que se originaron en el pasado.
“Mis diferencias con el senador Petro son muy grandes. Yo le hice la campaña a él en 2010, cuando ganó la consulta del Polo con Carlos Gaviria. Le di tres vueltas a Colombia, respaldándolo”, recordó Robledo.
El congresista rememoró ese domingo de 2010 cuando el entonces candidato Juan Manuel Santos le ganó las elecciones a Petro, impulsado por el ex presidente Álvaro Uribe dado que había sido su ministro de defensa, es decir, contradictor de la izquierda.
De inmediato, el Polo Democrático se declaró en oposición pero al día siguiente, Petro, en esas épocas, integrante de esta colectividad, anuncia un acuerdo con el gobierno de Santos para lo cual le pidió a sus compañeros de batalla, que lo eligieran presidente de la colectividad, lo cual no sucedió. “Ese día rompió con nosotros y se dedicó a destruir al Polo, explicando su salida con razones que no eran ciertas”, señaló Robledo.
Para seguir profundizando sus diferencias, añade Robledo, en 2014, Petro, siendo alcalde de Bogotá, respaldó la reelección de Santos con su fórmula vicepresidencial, Germán Vargas Lleras.
Un poco más
Ahora, los desacuerdos son mayores por cuenta de la transición energética y cambio climático. En este sentido, Petro propone no seguir adelantando más actividades de exploración petrolera ni exportar, cosa que a juicio de Robledo, sería una catástrofe económica, pues el desempleo y el hambre crecerían como espuma.
Y tal vez, asegura Robledo, es posible que la idea de Petro de no seguir explorando ni explotando petróleo para frenar el cambio climático, le dé votos pero entre quienes no entienden sobre las consecuencias económicas, y que Colombia solo aporta un 0,6 por ciento a los gases de efecto invernadero en el planeta.
En este escenario se encuentran las cosas entre Robledo y Petro, en medio de lo que por momentos pareciera una guerra de egos, cosa que niegan. Pero lo que sí es cierto, es que ambos hacen sus propias cuentas electorales.
Petro asegura que su apuesta es ganar en la primera vuelta. Robledo sostiene que su decisión es que está trabajando para convertirse en el candidato de la Coalición de la Esperanza, ser uno de los dos aspirantes que pase a la segunda vuelta, en mayo, y lograr la victoria definitiva en junio.
Mientras tanto, es seguro que entre ellos las diferencias cada vez serán más irreconciliables, pues cada uno tiene sus propias razones. Petro seguirá repitiendo que no expropiará empresas, en un eventual gobierno suyo, al tiempo que Robledo insistirá en que su proyecto político no pretende estatizar la economía, y añade que hacerlo sería un absurdo. Al final, ambos son como agua y aceite.